Algoritmo es riqueza, en el Big Data y Data Science

Las grandes compañías en busca de técnicas y profesionales capaces de traducir grandes volúmenes de información en “materia prima” generadora de recursos.

Ninguna empresa o corporación importante del momento está al margen de la dedicación y preocupación creciente por los datos: su acumulación, tratamiento, protección, complejidad, etc. En numerosos casos se articulan espacios especializados en la monitorización de eventos, aparentemente inconexos, con objeto de establecer puntos de relación a escala más global.

Es así como se descubre un vínculo subyacente entre, por ejemplo, migraciones humanas en un lugar, transporte y tratamiento de residuos tecnológicos en otro y generación de energías limpias en un lugar intermedio entre los dos primeros. Una central que monitoriza eventos puede encontrar una relación entre los tres fenómenos que, con mucha facilidad, escapa al análisis desde otras áreas del conocimiento.

Para lograr esta hazaña técnica se requiere la combinación de diversas habilidades y talentos, una de ellas es el algoritmo: la herramienta que permite encausar y diferenciar una cascada gigantesca de datos para lograr confeccionar la información exacta que una compañía, Gobierno o Administración requiere.

EL OCÉANO DE LOS DATOS ES UNA INVENCIÓN RECIENTE

Y como es ya conocido, información es igual a riqueza. Es decir, un algoritmo generado para obtener determinada pauta en grandes cantidades de datos se puede convertir en activo creador de información con un claro valor monetario.

En sí mismo, un sistema de algoritmos puede tener la capacidad de explicar detalladamente el funcionamiento de una fracción de la realidad. Pero posteriormente podría ir más allá: al descubrir la pauta a la que obedecen las dinámicas propias de esa “fracción” también permitirá predecir su comportamiento.

El valor de ese tipo de información en una típica economía de mercado sencillamente no tiene precio: identifica ventanas de oportunidad, reduce los peligros de cualquier inversión, etc.

Por supuesto, el uso a gran escala de la analítica de datos es algo ciertamente nuevo, ésta se convierte en nueva industria con la irrupción en los medios de los conceptos Big Data y Data Science.

En otras palabras, cuando los datos acumulados se convierten en océano digital. Son conceptos algo cercanos a lo que el Dr. Stephen Hawking denominó en “El universo es una cascara de nuez” como “evolución externa o autodiseñada”: en menos de una década todo el conjunto de la humanidad ha generado más datos que en toda la Historia de la especie, lo que ha provocado que esa información acumulada sobrepase nuestra capacidad “natural” de análisis o lectura. A su vez, esto produce cambios dirigidos o intencionados en nosotros y el entorno a una velocidad mayor de lo que sería comprensible en estricta sociología, biología, geología, cosmología y, en general, en cualquier área de conocimiento.

Pero con el aumento del volumen de información llega la necesidad de interconexión, identificación y ordenamiento, aquí aparece el algoritmo y la inteligencia artificial, ambas temáticas necesariamente abordadas en los programas de formación superior existentes sobre la materia.

LA REVOLUCION CONTINÚA

Posiblemente ningún gran cambio socio-tecnológico hay sido producto de tantas y tan profundas contribuciones como el relacionado con el Big Data y el Data Science. Absolutamente todos nosotros hemos creado un flujo de datos que ha participado de esa especie de meta-realidad paralela a la nuestra. Contribuimos permanentemente, con la interacción en las redes sociales, con el uso de tarjetas bancarias, entrando en la red de transportes, haciendo búsquedas en Internet, etc.

Un flujo constante que sirve tanto para detectar necesidades como para crearlas. Podríamos citar diversos ejemplos desprendidos del modelo de trabajo de grandes compañías como Facebook o Google, donde el perfil del usuario puede contener información muy detallada sobre su estilo de vida o pertenencias. Bajo este escenario donde nos encontramos con la cuestión de la protección de los datos y la seguridad. La digital es una revolución francamente preocupada por su propia y segura continuidad.

Básicamente, todos y todas tenemos algo que ver con los procesos de transformación digital en marcha. Nunca como ahora ha sido tan visible la relación entre nuestra manera de vivir y las expresiones matemáticas que nos describen y predicen. De lo que también se desprende que el poder otorgado a la automatización de procesos en esta “era del algoritmo” va a determinar nuestro futuro cercano.

Por ejemplo, se sabe que existe una relación entre la extensión del algoritmo como método y la sustitución de empleos en varios ámbitos. Naturalmente, si un cuadro productivo o un profesional están directamente relacionados o tienen formación sobre esta nueva industria, vivirán de forma distinta esas transformaciones.

La anterior es una idea motivadora en el Máster en Big Data y Data Science de la UNED: la formación de profesionales preparados para la era que tiene como a uno de sus principales símbolos a un conjunto de operaciones sistémicas ordenadas que pretenden superar algún problema o enigma del momento.