BIG DATA, DATA SCIENCE Y CAMBIO CLIMÁTICO
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Big Data y Data Science están resultando ser campos del conocimiento estratégicos en la lucha más importante que ha enfrentado nuestra especie: el cambio climático. No dejan de crecer y acumularse los datos, imponiendo una demanda crucial de profesionales y científicos de datos que nos ayuden a crear modelos y descubrir nuevas soluciones para detener nuestra devastadora huella ecológica en el planeta. Big Data, Data Science y cambio climático.
¿Se puede utilizar al Big Data para combatir el cambio climático? Por ahora, varios expertos coinciden en que tenemos un enorme acumulado de datos con los que empezar a trabajar. Ahora es necesario seguir profundizando en los modelos existentes que relacionan esos datos con los cambios climáticos que han resultado tan dramáticamente evidentes en años recientes.
Parece que existe claridad de relación entre el curso de la biología oceánica en múltiples lugares del planeta y las acumulaciones de dióxido de carbono en la atmósfera. Ante estas conclusiones se plantean dos preguntas: ¿Cómo lo detenemos? ¿Es reversible?
Bueno, probablemente estos dos interrogantes estén entre los más trascendentales de toda la Historia de la humanidad. Una de las razones es que, en gran medida, dependen de nuestra psicología, totalmente enmarcada en las formas hegemónicas de apropiarse y reapropiarse de la realidad. Es decir, no tengamos ninguna duda de que la plaga de plásticos en los mares, la destrucción de los bosques o los combustibles fósiles tiene mucho que ver con el entendimiento que tenemos acerca de nuestro lugar en la materialidad donde estamos inmersos.
Sin embargo, una parte relevante de la personalidad colectiva actual puede ser utilizada para apoyar la que, a todas luces, es la lucha definitiva de nuestra especie. En efecto, los procesos de transformación digital pueden ayudarnos en el problema del cambio climático.
Uno de los interrogantes que sale a flote durante estos debates, unido al concepto de “huella ecológica” es: ¿Cuántas toneladas de CO2 produce cada individuo al año, según el lugar del mundo donde reside? ¿Y de plástico? Se estima que cada año lanzamos unos 8 millones de toneladas de basura plástica a los océanos.
BIG DATA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
Una de las cuestiones sobre la que más tenemos que incidir es la sistematización, actualización y ordenamiento de los datos existentes. En abierto, los investigadores de todo el mundo podrían tener información extremadamente valiosa para probar soluciones de Big Data y Data Science que generen un flujo de argumentos científicos, claramente destinados a la acción política sobre el problema que enfrentamos con el clima.
Por ejemplo, la reconstrucción de toda la cadena que explica la llegada de plástico al mar, en base a un análisis inteligente de los datos acumulados, ha resultado de vital importancia para la articulación de campañas, para la concienciación y para generar políticas.
Según datos de Greenpeace (del año 2015), el 79% de los plásticos que hemos desechado terminó en distintas formas de vertedero (incluyendo el mar), sin reciclaje. Solo un 12% llegó a reciclarse y un 9% fue incinerado. Misiones de investigación han encontrado plástico, incluso, a 10 mil metros de profundidad. Solo en España, cada día se desechan 30 millones de latas y envases plásticos. Los mismos datos estiman que cada año 100 mil mamíferos y un millón de aves encuentran un final relacionado con la degradación del plástico llegado al mar.
La publicación en abierto de los datos científicos, con una visualización que facilite su estudio, es algo que la digitalización permite. Algunos ejemplos tremendamente destacables de portales y aplicaciones en Internet con datos actualizados de utilidad científica son Litterbase (con datos actualizados sobre puntos donde se han hecho investigaciones sobre contaminación marina), la base de datos sobre la evolución de los bosques de la Universidad de Maryland (donde imágenes satelitales permiten ver el impacto humano sobre los bosques y las acciones de reforestación) y los recursos desarrollados por la NASA (que muestra datos climáticos en tiempo real).
Pero las soluciones digitales también están actuando en la recogida de la basura en los mares. Uno de los casos importantes es la Fundación The Ocean Cleanup. Esta organización crea redes inteligentes que navegan de manera autónoma hacia las islas de basura. Reciben los datos para marcar el rumbo a partir de algoritmos alimentados con datos satelitales en tiempo real.
Pero tenemos también proyectos que estudian desde el aire las condiciones de un terreno en reforestación para soltar semillas en lugares elegidos, desde drones, mediante análisis inteligente de datos. Son, por otra parte, varias las aplicaciones que, desde cualquier teléfono actual, ayudan a enviar alertas sobre incendios, lecturas en tiempo real o eventos contaminantes.
En resumen, tenemos muchos datos relacionados con el cambio climático. Es decir, resulta claro que el Big Data y el Data Science pueden utilizarse para estudiar esos enormes volúmenes de datos, tanto los originados en estudios científicos como los aportados por usuarios desde sus dispositivos inteligentes.
El Big Data y el Data Science nos permitiría, en efecto, deducir modelos acerca de lo que ocurrirá con el cambio climático, lo que nos resulta vital para evaluar su impacto real. Al hilo de esto, nos encontramos ya con conclusiones mas o menos claras llegadas desde las ciencias de los datos; por ejemplo, algunos estudios han arrojado imágenes sobre necesidades y potencial actual de reforestación. La finalidad es atacar de frente el efecto invernadero. Lo anterior sin olvidar cómo los datos pueden ayudar en la planeación de ciudades inteligentes y sostenibles.
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