BIG DATA: PARA NAVEGAR POR EL OCÉANO DE LOS DATOS

Si tratáramos de imaginar alguna analogía entre Big Data y algo de la materialidad del mundo, entre las opciones tendríamos el enorme caos de elementos, masas y objetos de un océano presos de indescifrables patrones de corrientes y mareas. Cada molécula de agua sería como un paquete de datos en el reino de la confusión y la información inconexa. La terea del Experto y Especialista en Big Data y Data Science es encontrar en ese océano el tesoro que contará una pauta, una lógica… una historia que convertirá en riqueza.

Pero si el Big Data es un océano de olas gigantes, ¿qué es aquello que finalmente encontramos y analizamos? Ante interrogantes como este, aparecen términos como Smart Data. El paralelismo se deriva, evidentemente, de la forma como se reproducen los flujos de datos. Es decir, no es solo que los procesos productivos generen informaciones susceptibles de ser analizadas; es que realidades comunicativas relativamente nuevas (como las derivadas del uso de dispositivos móviles) están haciendo que el aumento de ese flujo sea exponencial.

En el 2017 la cantidad de tarjetas SIM operativas en el mundo llegó a 7.800 millones. Los usuarios de telefonía móvil llegaron a los 5.000 millones. Según el informe Mobile Economy de la GSMA de ese mismo año, hacia el 2025 habrá 5.900 millones de este tipo de usuarios, lo que podría representar el 71% de la población mundial. 5.000 millones se conectarán a Internet mayoritariamente con su dispositivo móvil. El tejido industrial dedicado a estos equipos asciende al 4,5% del PIB del mundo. El flujo de datos, además, crecerá de la mano de las redes 5G y el Internet de las cosas.

En el caso de España, durante el 2018 se registraron 39,42 millones de personas conectadas a Internet (el 85% de la población). Había 27 millones de usuarios de redes sociales (el 58% de la población). Y 37,27 millones de usuarios de teléfonos móviles (un 80% de la población). El 50% de la población, 23 millones de personas, eran usuarios con actividad regular en las redes sociales a través de teléfonos móviles. España ocupa el décimo lugar en el ranking de digitalización de la Unión Europea (Índice de Economía y Sociedad Digital).

Estos números tienen varias implicaciones, una de ellas es el nombrado crecimiento del flujo de datos. En una ciudad como Madrid hay, literalmente, millones de smartphones constantemente conectados a Internet; envían mensajes por redes sociales, navegan por la red, hacen uso de GPS, visualizan vídeos y escuchan música en streaming, etc.

Enfrentar el análisis de semejante océano de datos demanda cada vez más enfoques nuevos y creativos. En el ámbito de las ciencias sociales es suficientemente conocido que la superabundancia de información tiene un efecto inmovilizante en cualquier proceso investigativo. Para esa nueva “industria” creada sobre el Big Data, el Smart Data actúa como el concepto que describe la detección de patrones en grandes volúmenes de datos, gracias a la plasticidad que otorga el algoritmo inteligente. De lo que obtenemos un tipo de información que permite llegar a perspectivas frescas y mejores decisiones productivas.

BIG DATA: ESTRUCTURA Y CAPITAL HUMANO

Ahora bien, articular proyectos en Big Data demanda ciertos esfuerzos por parte de la organización, como alguna inversión en Software y Hardware (aunque no en todos los casos). Esto le permitirá embarcarse en la tarea de recoger los datos, pero emprender su análisis y construir interpretaciones implica contar con un equipo humano dotado de talento en la materia. Para extraer el valor que esperamos del océano de datos (el Smart Data), necesitamos perfiles profesionales con las habilidades y competencias suficientes en Big Data Y Data Science, además, con un enfoque centrado en las demandas del momento (en Economía y Administración y Dirección de Empresas, por ejemplo).

Aunque la analítica de datos termine por permitirnos cosas como la automatización de procesos, la personalización de servicios y productos en la Web o modelos para hacer predicciones y adelantarnos o responder en tiempo real a las necesidades de los usuarios, el factor humano en el origen sigue siendo determinante. Sin calidad en el capital humano no tendremos calidad en el análisis extraído de los datos. De hecho, filosofías corporativas de moda como la llamada “empresa inteligente”, aquella que sabe utilizar sus datos para generar sus propias oportunidades, necesitan partir de figuras profesionales con valores curriculares bien valorados por el mercado de trabajo..